Leyendo la epístola

Leyendo la epístola

domingo, 8 de marzo de 2015

3ª Domingo de cuaresma

Los cuatro Evangelistas nos hablan del gesto violento que tuvo Jesús arrojando del templo a los mercaderes."El celo por la casa de mi Padre me devora " no puede ver convertida la casa del Padre en un mercado y arroja del templo a toda aquella gente que vive del culto a Dios no se le compra con sacrificios. El evangelista san Juan  nos habla de un dialogo que tuvo Jesús con los judíos. Jesús afirma que el templo sera destruido y El lo" levantará en tres días".Nadie puede entender lo que dice, palabras incomprensibles, que el evangelista aclara."Se trata del Templo de su cuerpo".Juan escribe el Evangelio veinte o treinta años después de que el templo fuera destruido.  la mayor parte de los judíos se sienten huérfanos. El templo era la razón de su religión, ¿Como podrán sobrevivir sin la presencia de Dios en  el pueblo?.Juan les dice que no han de tener nostalgia del viejo templo. Jesús es el nuevo templo que será destruido por las autoridades y reedificado en tres días, resucitado por el Padre.No es una historia atrevida es una realidad que ha de marcar la realidad de Dios con los cristianos.para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios todo es diferente. Para encontrarse con Dios no basta entrar en una iglesia. Es  necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto,seguir sus pasos, vivir con su espíritu.Jesús es el nuevo Templo,para adorar a Dios no bastan las velas el incienso las aclamaciones ni las grandes solemnidades litúrgicas los que de verdad aman a Dios so aquellos que viven ante Dios en espíritu y en verdad. Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos , a nadie excluye,pueden entrar en el, pecadores ,impuros e incluso paganos el Dios de Jesús es de todos y para todos no hay espacios distintos para hombres y para  mujeres, no hay razas elegidas ni pueblos excluidos, los preferidos son los necesitados de amor y de vida. Necesitamos iglesias y templos para adorar a Jesús para celebrarle como Señor pero El es nuestro verdadero templo